Ricitos de Oro y los Tres Osos – Cuento Clásico
Otro de los grandes cuentos clásicos que todos escuchamos o vimos de niños y ha sido representada muchas veces en series y peliculas.
Ricitos de Oro y los Tres Osos
Había una vez una linda casita en medio del bosque, donde vivía una familia de osos: Papá Oso, Mamá Osa y su pequeño hijo, Osito. Un día, decidieron salir a dar un paseo mientras su sopa se enfriaba en la mesa. Mientras tanto, una niña llamada Ricitos de Oro, curiosa y aventurera, caminaba por el bosque y encontró la casita.
Intrigada, Ricitos de Oro se acercó a la casita y, al ver que no había nadie adentro, decidió entrar. Entró a la cocina y encontró tres platos de sopa humeante. Probó la sopa del plato de Papá Oso y estaba muy caliente. Luego, probó la sopa del plato de Mamá Osa y estaba muy fría. Finalmente, probó la sopa del plato de Osito, y estaba perfecta. Ricitos de Oro estaba hambrienta y se comió toda la sopa de Osito.
Luego de satisfacer su apetito, Ricitos de Oro fue a la sala de estar y encontró tres sillas. Probó la silla de Papá Oso, pero era muy dura. Probó la silla de Mamá Osa, pero era muy blanda. Finalmente, probó la silla de Osito, y era justo lo que necesitaba. Pero, sin darse cuenta, Ricitos de Oro rompió la silla de Osito con su peso.
Con la silla rota, Ricitos de Oro decidió subir las escaleras y encontró tres camas en el dormitorio. Probó la cama de Papá Oso, pero era muy grande y dura. Probó la cama de Mamá Osa, pero era muy pequeña y suave. Finalmente, probó la cama de Osito, y era perfecta. Se recostó y se quedó dormida en la cama de Osito.
Los Tres Osos Regresan a la Casa
Mientras Ricitos de Oro dormía profundamente, los osos regresaron a casa. Al entrar a la casita, Papá Oso exclamó:
- ¡Alguien ha probado mi sopa y la ha dejado a medio comer!
Mamá Osa también notó algo extraño:
- Y mi sopa está fría, ¡alguien la ha tocado!
Finalmente, Osito miró su plato y dijo con tristeza:
- ¡Mi sopa se la han comido toda!
Luego, al entrar a la sala de estar, Papá Oso exclamó:
- ¡Alguien ha usado mi silla y la ha dejado rota!
Mamá Osa también notó algo extraño:
- Y mi silla está desordenada, ¡alguien la ha movido!
Finalmente, Osito miró su silla rota y dijo con tristeza:
- ¡Mi silla está rota!
Finalmente, subieron al dormitorio y Papá Oso exclamó:
- ¡Alguien ha usado mi cama y está desordenada!
Mamá Osa también notó algo extraño:
- Y mi cama también está desordenada, ¡alguien la ha tocado!
Finalmente, Osito miró su cama y dijo con tristeza:
- ¡Y mi cama tiene a alguien durmiendo en ella!
En ese momento, Ricitos de Oro despertó sobresaltada al ver a los tres osos parados frente a ella. Rápidamente, se levantó y se disculpó por haber entrado a su casa y haber usado sus cosas sin permiso.
Los osos, al ver que Ricitos de Oro se había dado cuenta de su error y se había disculpado, decidieron perdonarla. Ricitos de Oro aprendió una valiosa lección sobre el respeto a la propiedad ajena y la importancia de ser cuidadosos y considerados con los demás.
Desde ese día, Ricitos de Oro se convirtió en amiga de los osos y visitaba su casita con permiso. Juntos compartían momentos de alegría, contaban historias y disfrutaban de una amistad que duró para siempre.
Moraleja de Ricitos de Oro y los Tres Osos
Y así, con esta hermosa lección de amistad y respeto, Ricitos de Oro y los tres osos vivieron felices y en armonía, aprendiendo que la empatía y el cuidado de los demás son los cimientos para forjar relaciones duraderas y valiosas. Y colorín colorado, este cuento de Ricitos de Oro y los tres osos ha terminado.
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